Joan Ribó. Fuente: Valencianisme.com CC 2.0 |
por José Miguel Orts
Que sus pasos sean firmes y discretos. Que no necesite
bastón ni para apoyarse ni para mover a nadie a la obediencia a los nuevos
modos de la política valenciana.
Acuérdese de que es
un valenciano por voluntad propia más que un nacionalista catalán trasplantado
a Valencia para seguir ejerciendo de tal.
Tenga presente que los valencianos, con todas las flojeras y
contradicciones que nos son congénitas, tenemos resuelto nuestro "problema
nacional": no se empeñe en hacernos compartir el de su país de origen.
Valencia se siente cómoda en España y feliz de compartir techo y suelo con los
demás vecinos de la casa, entre ellos los catalanes, con los que tantos lazos
nos unen y de los que tantos sentimientos de pertenencia nos separan.
Venga, en buena hora, la transparencia anunciada, el aire
fresco y la aspiradora bajo las alfombras. Y tantos buenos propósitos para
mejorar la casa de todos. Pero no olvide que la casa es de todos.
Sacar el hacha de guerra en lugar de la vara de mando no va
a arreglar las cosas. Y el hacha de guerra es el conjunto de significantes
conque los nuevos gobernantes se disponen a rebautizarnos, de acuerdo a sus premisas
ideológicas:
Resucitar el País Valenciano sólo va a ser bueno para los
manifestantes venidos al Cap i Casal en autobuses fletados en las Ramblas.
Reducir al histórico Reino de Valencia a ser uno más de los Países Catalanes,
hará felices a sus correligionarios que agitan pancartas ("¡Sense Valencia
no hi haurà independencia!"), pero a sus nuevos gobernados nos fastidia
enormemente que se orille la historia para llamarnos y se prefiera la
geografía. Y nos "jode" (perdón por el taco) aún más que nos añadan
un apellido que no nos corresponde, para forzar la afinidad con los otros
socios de un proyecto, que a Vds. les es tan grato.
Perdone, pues, que insista en urgirle a la cordura, al
trellat, a su seny de origen:
No priorice en su programa cambiarnos colectivamente por
dentro y por fuera.
Para limpiar de ladrones la Administración no es preciso
inventar una moral nueva que choque con el orden natural de siempre.
No trate de retrotraer Valencia a los tiempos anteriores al
Estatut, que con ser malo tiene la virtud de ser, que ya es bastante.
No le tome gusto al silabeo de eslóganes facilones de los
practicantes del deporte de las manifestaciones.
Deje cicatrizar las heridas de la guerra civil y deje
descansar a muertos y a vivos. Atienda a los problemas de hogaño y entierre los
de antaño.
Haga de la lengua un instrumento de entendimiento y no un
código de identificación externa de las simpatías políticas.
Trabaje V.E. por la equidad y la justicia antes que por la
igualdad forzada de lo que no es igual, por mucho que los papeles lo digan.
Sea cariñoso y compasivo sobre todo con los más débiles y
desprotegidos, incluyendo a los que menos ruido hacen, por estar formándose en el
útero materno o recluídos en los geriátricos o en los hospitales para
terminales. Haga suya la bandera de los que menos pueden valerse y facilíteles
la vida.
No se empecine en homologar Valencia con otras ciudades
europeas sin tradiciones religiosas. No nos convierta en una urbe salida del
hospicio o del laboratorio laicista. No nos venda la moto de la neutralidad del
poder ante el pluralismo religioso sociológico, como excusa para reducir el
catolicismo a la sacristía y al museo.
También fastidia que
nos puenteen en la educación y crianza de nuestros hijos. No suplan nuestros
munícipes la potestad de las familias para ordenar las neuronas de los niños y
jóvenes. No fuercen Vds. la uniformidad mental del pensamiento único.
No moldeen las costumbres, los hábitos y la escala de
valores del pueblo, como predicadores de una nueva secta. Los votos los van a
tener igual por la generosa torpeza de la derecha.
Ojo con el buenismo, Sr. Ribó. Le puede llevar a que los
sufrimientos de los animales que no conmuevan sus misericordiosas entrañas sean
los que normalizan los rituales “Halal”.
No sé, Ilmo. Sr. Alcalde, si V.E. ha reparado en ello, pero
aun sin creerlo, resulta que su persona ha llegado a la Alcadía por los votos
amasados con la vigente ley electoral, pero su potestad, su capacidad moral de
obligar le viene de más Arriba. Procure que sus mandatos no contradigan al
origen de todo poder.
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