MI AMIGO PASCUAL MARTÍN-VILLALBA
Pascual
Villalba (la primera parte del apellido compuesto la obviábamos) era todo un
personaje. Él lo sabía y desempeñaba su rol a la perfección. Por algo era un
comunicador nato. Comunicaba muchas cosas. Era un erudito autodidacta. Sabía de
todo. Y sabía que sabía.
Pascual
se sentía parte de muchos todos. Tenía un sentido vital de la legitimidad, que
empezaba en la familia. Estaba orgulloso de sus genes. Y se sentía de algún
modo comprometido por lo que sus ancestros habían significado. El tener un abuelo mártir lo
marcó, sin ningún tipo de rencor revanchista sino como un acicate de su
condición de católico militante y de carlista. Algo tenía que ver con eso su
afición a los linajes, a la heráldica, a la genealogía. Y su participación en Hermandades y Cofradías
que cultivaban esos valores…
Por
eso era tradicionalista en el sentido más amplio de la palabra. Vivía las
tradiciones de su pueblo intensa y extensamente. La Semana Santa Marinera,
Santa Lucía, las Fallas, los pescadores, el levantinismo futbolero y muchos
etcéteras.
Ese
sentimiento de pertenencia le hacía defender con más pasión que moderación las
señas de identidad valencianas. La lengua valenciana tal como es usada por sus
hablantes, sin artificios normalizadores de intencionalidad política, era uno
de sus centros de interés. Por eso sus mejores energías se las llevó el Grup
d’Accio Valencianista, del que llegó a ser presidente en los momentos más
conflictivos de la “Batalla de Valencia”, manifestando cualidades extraordinarias
de líder populista.
Cuando
en 1959 se fundó el Círculo Cultural Aparisi y Guijarro, ya encontró en pie de
guerra a Pascual Villalba y a su familia.
Un año después, cuando el que firma estas líneas aterrizó en la casa de
los carlistas valencianos, se inició una amistad que siempre he agradecido como
un don de Dios. Compartimos tajo en la AET y en las Juntas Local, Provincial y
Regional de la Comunión Tradicionalista.
Juntos
hemos pasado por los gozos y las amarguras que la Causa más noble del mundo
depara a los que la abrazan. Hemos labrado el mismo campo, a veces con surcos
diferentes, en distinta longitud de onda según en qué temas.
El
recuerdo de Pascual Martín-Villalba rompe moldes. Y eso que ha sido típico
hasta el tópico. Un valencianot barroco,
romántico, torrencial. Un hombre de amor y de humor. Alguien del que hay que
despedirse como de nuestro común maestro Pepe Mas: Hasta la vista, para
continuar la sabrosa charla interrumpida por estas cosas que la vida trae. Como
la que me dejó Baltasar Bueno en el muro del Facebook anoche, a punto de irme a
la cama.
José Miguel Orts Timoner
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