por Diego Hernández-Yllán Pérez
Como hace dos semanas, el señor
académico Reverte ha parido un nuevo artículo insistiendo en las guerras
carlistas. Es una nueva muestra de manipulación aderezada, como el anterior, de
ignorancia y maledicencia.
Comienza la manipulación con la
siguiente incongruencia: "...D. Carlos...pretendía imponer en España un
régimen absolutista y centralista", para decir a continuación con la
finura estilística que le caracteriza que "si reinara...les iba a meter
los fueros por el ojete". ¿En qué quedamos? ¿Era centralista o fuerista?
Porque las dos cosas no se pueden ser a la vez. Pero quedémonos por un momento
en el archimanido concepto "absolutista", utilizado desde siempre por
los anticarlistas de toda laya. Supongo que es mucho pedir que haya leído la
obra de Federico Suárez Verdaguer "La crisis política del antiguo régimen
en España (1800- 1840)" o la más reciente de Alexandra Wilhemsem " La
formación del pensamiento político del Carlismo (1810-1875)", donde
demuestran que gran parte del absolutismo era partidario de Fernando VII y de
Isabel (llamada II). La ya clásica división entre conservadores, renovadores e
innovadores, en donde los innovadores serían los luego conocidos como
carlistas. Pero entiendo que es pedir peras al olmo.
Sigue dividiendo a los españoles
entre campesinos analfabetos (carlistas) y habitantes de las ciudades
"gentes más abierta de mollera". No insistiré mucho en esta
manipulación, ya le demostré en el pasado artículo que las mentes pensantes más
importantes estaban con el Carlismo, el liberalismo sólo tenía espadones y
burgueses acomodados.
Llama al General Cabrera,
aprovechando su apodo de Tigre del Maeztrazgo, "mala bestia",
igualando a sus enemigos liberales con el mismo epíteto. Pero, a pesar de
nombrar el episodio del asesinato de su anciana madre, no duda en calificarlo
de "represalia sobre represalia". ¿Qué haría usted ante semejante
bestialidad?
Luego de definir como
"carcas y autoritarios" a los países que apoyaron la Causa de D.
Carlos habla, sin nombrarlo, del conocido como Convenio Eliot debido a que unos
y otros se fusilaban sin contemplaciones y esto motivó protestas diplomáticas.
Pero olvida que los primeros fusilamientos fueron liberales, como el de Santos
Ladrón de Cegama ya en octubre de 1833 en Pamplona.
Escribe sin rubor que "todo
empezó como sublevación". Pero, ¿por qué no ir al origen y a lo que motiva
esa sublevación? Porque media España no se subleva así como así. Tendrá una
razón. El autor la silencia o la ignora. Pues bien, La razón estriba en la
actuación absolutista (esta vez sí) de Fernando VII al querer imponer,
saltándose a la torera las Leyes de la Monarquía Española y sin el concurso de
las Cortes, a su hija obviando la ley sálica entonces vigente. Lo que tampoco dice
el autor es que, lo que empezó siendo una sublevación legitimista dinástica,
acabó siendo una lucha de defensa de una idea de España (la tradicional, la de
siempre, la eterna) frente a las extranjerizantes ideas liberales y jacobinas
(movidas en gran parte por la masonería) del bando cristino primero isabelino
después.
Y acabo con la maledicencia. Este
personaje, que para algunos es un defensor del españolismo (sic), admite como
apropiadas y ciertas las opiniones basadas sin duda en la maldita Leyenda
Negra. Y expone varias citas, como esta de Richard Ford. "los españoles
han sido siempre muy crueles". Y se queda tan ancho. Es una muestra más
del odio que siente por lo español, lo auténticamente español, por sus héroes y
por sus mártires, por sus epopeyas y sus hazañas, por el glorioso lugar que
ocupó España en el mundo. Si esta serie de respuestas les abrieran los ojos a más
de uno, me daría por satisfecho.
Me atreví a darle un consejo en
el artículo anterior. Hoy me atrevo a darle otro. Deje la historia para los
historiadores. La historia no es un juego ni un arma política. Es una ciencia.
Y sin método histórico científico no hay historia. Usted no es historiador ni
tiene la más mínima idea de cómo se hace historia. Así es que dedíquese a
escribir seudonoveluchas de caballería si quiere pero deje la historia a los
que saben, los historiadores.
Una cosa más, visto que no ha
tenido la decencia de retirar la acusación de etarras a los carlistas, no puedo
sino homenajear públicamente a José Mari Arrizabalaga, jefe de las Juventudes
Tradicionalistas de Vizcaya, vilmente asesinado un 27 de diciembre de 1978 por
los sucios asesinos de ETA. Y no fue el único carlista asesinado por esa
gentuza criminal. Si tiene "mollera" reflexione sobre ello.
Tradición siempre viva.
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