por Antonio Rivero
La felicitación de las navidades
de Carlos Javier de Borbón y de su familia para nosotros, los carlistas, me ha
parecido inspiradora. Por una parte nos desea pasar unos días entrañables, algo
difícil en los tiempos que corren. El consumismo, la cultura del desafecto, el
estrés, las malas noticias que nos llegan por causa de un país sin gobierno y
la crisis económica, el desempleo, las familias sin pan, el drama de los
refugiados, la secularización de estas fiestas… Podría seguir pero no conviene
que nos deprimamos. Me imagino que don Carlos Javier tiene, como cualquier
padre de familia, estas cosas en la cabeza.
La paz y la alegría son
resultado, entre otras cosas, de una sociedad que posee unos pilares sólidos
para poder desarrollarse. Carlos Javier apela a estos pilares escribiéndonos a
los carlistas de todas las formaciones políticas. Nos llama a dar testimonio de
nuestros ideales y trabajar en los problemas colectivos. Para mí esto nos deja
un reto muy claro delante de los ojos: tenemos que mancharnos con la política.
Mancharnos no siendo corruptos sino cumpliendo esa llamada del Papa Francisco
de “salir a las periferias”. Periferias son la falta de justicia social en
nuestras calles, la corrupción, la precaria situación de los dependientes, los
recortes del Partido Popular, las mujeres sometidas a la esclavitud sexual del
aborto y la prostitución… Son ejemplos pero reflejan fielmente algunos de los
problemas colectivos.
Las palabras que nos ha repetido
don Carlos Javier son respeto,
solidaridad, entendimiento y pacto. Son palabras que nos vienen muy bien ya
que a veces creemos que nos situamos por encima del bien y del mal. Respeto a
los que son distintos a nosotros, a los que se equivocan, pero también a los
que no tienen opiniones iguales a nosotros. Es muy necesario de hecho que
nosotros reclamemos la palabra respeto y tolerancia frente a un sistema
relativista que, renunciando a la política cristiana, ha establecido una
equivalencia entre respeto y tiranía.
También nos ha llamado a la
solidaridad. Algunos habrían preferido que hubiera hablado de caridad, pero lo
importante es el fondo. Y es importante la justicia social. Recordemos como
Dios desterró al pueblo de Israel por no liberar a los esclavos. Recordemos las
continuas exhortaciones de Jesucristo para cuidar a los pobres. Una sociedad
que no cuida de los desfavorecidos es una sociedad que se condena a sí misma a
la avaricia y consagra al dinero como a su único Dios. Los carlistas más
religiosos estarán muy contentos porque nadie puede evangelizar la sociedad si
no destierra el dinero del corazón de la gente.
Entendernos es muy necesario
también por aquello de llegar a consensos políticos que entren dentro del marco
de la política cristiana posible. No podemos imponer el tetralema. Los
carlistas no tenemos ni armas (ni las quiero yo), ni fuerza intelectual para
poder combatir la solidez de todas las opiniones sociales. A través de la
formación y la convicción tenemos que tener claro la necesidad de entendernos
con los desiguales y poder establecer pactos sociales que permitan un mejor
desarrollo para nuestros conciudadanos. Por eso también defiende el pacto de
las Españas, la importancia de revitalizar los lazos históricos, políticos y
comunes que vertebran nuestra Patria. Es imposible recomponer el sentimiento y
el deber común en torno a los valores de nuestra nación sin la capacidad de
entrever nuestros fracasos, nuestros éxitos, las opiniones contrarias y las
diferentes sensibilidades de los españoles. Hay catalanes que quieren
independizarse y aunque sepamos que es un gran error, necesitamos admitirlo.
Admitiendo lo que hay y buscando un entendimiento posible entre los diferentes
es como podemos constituir una verdadera comunidad política.
En definitiva, estoy muy contento
con el mensaje de Carlos Javier. Un párrafo y ha condensado lo necesario para
desearnos no solo una feliz Navidad, sino también un año cargado de futuro.
Ahora, la virtud que nos falta a muchos es la humildad. Humildad con todos,
incluso con los carlistas de otras formaciones. Humildad de poder considerar al
que no piensa como yo como valioso y como alguien que me aporta. Humildad de no
buscar en un lenguaje tradicional, progresista, conservador… una oportunidad de
confrontarse. De hecho, lo único que falta en esa magnífica felicitación es mencionar la humildad. Ninguna felicitación es perfecta.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarObservo que don Antonio Rivero ha querido interpretar las amplias y hoy políticamente correctas invitaciones del emisor don Carlos Javier, desde su perspectiva personal de joven inquieto. El problema es que en política no se puede ser vago (de vaguedades), abstracto, ni generalista como me parecen que son las invitaciones del breve Mensaje, sino incisivo, destacando por ello lo específico y más urgente. No quiero dar lecciones, pero el Carlismo no es una ONG, ni sólo una agrupación de gente sumamente inquieta. Tengo como lo más interesante del impulso de don Antonio, que trabajemos porque a los carlistas se nos vea como lo que somos y no por lo que dice de nosotros la propaganda del enemigo real (si es que dice algo: hoy son unos y ayer fueron otros). De todas maneras, si afirmamos verdades que desagradan no podremos privarnos de ciertos "regalitos" verbales o gestuales. Lo más importante es demostrar a la sociedad que ELLA NO PUEDE PONER TRONOS A LAS PREMISAS Y CADALSOS A LAS CONSECUENCIAS, en unos u otros los temas, y que EXISTE ESO QUE ES EL ARREPENTIMIENTO -y la misericordia-. (En nuestra época mucho hablar y clamar, pero eso del arrepentimiento personal...). Desarrollar qué premisas hay que corregir supone en nosotros FORTALEZA por aquello del qué dirán. Más: creo que vivir la Navidad es particularmente difícil con los HERODES aborteros de hoy en la misma España y Navarra. Esto, y olvidar al Niño Dios, es el gran problema de nuestros días. También es difícil rezar en Navidades teniendo delante la exposición sacrílega que, día tras día, se mantiene en el Monumento de Navarra a los Muertos en la Cruzada, desacralizado y reducido a sala de exposiciones, sala que hoy de hecho es para la blasfemia. Este último caso supone un ENORME problema institucional, jurídico, político y eclesial en Navarra y España desde este "Paraíso" que es Navarra, donde N. S. Jesucristo abierta y horriblemente es perseguido... lo que no pocos más o menos -¡oh hipócritas!- soslayan y con el paso del tiempo olvidan. Dicho esto sobre las precisiones que echo en falta, y, en lo que encierran de noble y santo, agradezco a don Carlos Javier sus nobles deseos. Y agradezco a don Antonio su amable comentario. José Fermín Garralda
ResponderEliminarEsclarecedor.
ResponderEliminar