Nos manipulan a través de la ficción
por Helena Vilafranca Martí
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Y así, en la intimidad y
privacidad de mi cuarto, durante aquellos momentos, quizá los únicos en todo el
día de tranquilidad y reposo, voy absorbiendo todas las ideas que como católica
rechazo.
A algunos les parecerá
puritanismo, tontería, exageración, mojigatería. Pero, lo cierto, es que a través de las
series estamos aceptando como normales situaciones que antaño nos
escandalizaban o, al menos, nos hacían sentirnos incómodos.
Poco a poco, ponemos el listón de
lo que nos está permitido ver más bajo. ¿Por qué? “Porque esto lo veo en todas
partes”; “porque a mí, francamente no me afecta”; “porque yo no peco, tengo una
voluntad férrea”. O nos autoconvencemos de que somos tan conocedores del bien y
del mal que al verlo lo reconocemos y lo rechazamos. Que esas ideas no calarán
en mí porque tengo capacidad de discernimiento.
Pero no te das cuenta de que tu
personaje preferido está realizando conductas moralmente malas, pecaminosas y,
en la serie las están justificando, porque… “es tan mono”, “es tan guapo”, “en
el fondo es bueno, sólo lo hace por amor”, “yo en su situación haría lo mismo”,
etc.
Y no termina ahí. Nos “cuelan” un
modelo de familia y de sociedad inaceptable. Los matrimonios nunca son felices,
siempre hay infidelidades, en las que encuentran el verdadero amor; los
sacerdotes acostumbran a ser personas duras, severas, que imponen penitencias y
alejadas de la realidad; las personas piadosas que rezan y van a misa
diariamente luego son las más miserables y egoístas, preocupadas siempre por el
qué dirán.
Nos enseñan a ver como bueno y
natural la donación de óvulos y esperma, la fecundación “in vitro”, los nuevos
modelos de familia (padre-padre; madre-madre, madre soltera). Normalmente las
familias geniales y divertidas son éstas y no la familia tradicional. Los
homosexuales se presentan como almas atormentadas e incomprendidas, pero con un
corazón generoso y que sólo buscan amar (sin excepción, SIEMPRE es así).
Los héroes no son perfectos, no
siempre son buenos, tienen un lado oscuro. Los villanos, a su vez, encierran un
corazón bondadoso, que alguien tiene que hacer aflorar. A menudo son malvados
por culpa de algún trauma pasado que les hace ser así.
La lista de ejemplos podría ser
interminable y acabaría por agotarnos, a mí que escribo y a ti que lees. Creo
que con todos los que hemos presentado, la idea queda clara. Lo que quiero
destacar en este artículo es que el criterio por el cual vemos o no vemos
alguna serie, película o programa de televisión debe ir más allá de si contiene
material sexualmente explícito, pues es precisamente en los mensajes ocultos y
velados, y a la vez atractivos, donde se encuentra el principal peligro para
nuestra conciencia, que previamente encandilada y adormilada, no cae en la
cuenta de las cesiones que está consintiendo.
Totalmente de acuerdo, por eso hace 15 años que tire la televisión a la basura, y solo dejo entrar en el jardín de mi ment y mi corazón, buena literatura, y una vez cada mes una película que edifique, generalmente antiguas pues las nuevas vehiculan tidas esa modernidad que deforma al hombre para convertirlo en lo que no es: un animal en busca de satisfacción de todos sus placeres sin limite, sin medir las consecuencias de una falta total de virtudes.
ResponderEliminarPues hay más buenas y edificantes producciones cinematográficas de las que imaginas, y que esconden mensajes realmente buenos. Pero claro, si tiras la tele a la basura, puede que tus amigos, familia o hijos hablen de esas producciones y no te enteres de lo que hablan.
EliminarTienes toda la razón. Es algo que vamos permitiendo y asumiendo, y vamos así abriendo la puerta a que nos vayan programando. No ya la tele, sino el coco.
ResponderEliminarTienes toda la razón. Es algo que vamos permitiendo y asumiendo, y vamos así abriendo la puerta a que nos vayan programando. No ya la tele, sino el coco.
ResponderEliminarHace años que no veo televisión y no voy al cine, y nada me ha pasado, al contrario, no tengo tiempo para aburrirme, cuando con la televisión me aburría tras estar viendo una serie tras otra, y no hallar que más hacer. No por que no tuviera que hacer, siempre hay algo que hacer, la televisión nos hace ociosos.
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