por Alonso de Blanco
Nuestra causa tiene un buen número de seguidores entre
los grandes del arte: arquitectos, pintores, escritores y músicos que han
dejado en sus obras algo inmortal que les convierte en clásicos. Ese algo
eterno lo hallaron en la tradición, en lo bueno de sus mayores, y supieron dotarlo
de formas bellas. Un ejemplo es Ramón María del Valle-Inclán, que dejó escrito:
“Amemos la tradición, pero en su
esencia, y procurando descifrarla como un enigma que guarda el secreto del
porvenir”. Don Ramón militó bajo la misma bandera que los hombres y mujeres
que hoy formamos parte del Carlismo y es autor de una famosa trilogía sobre la
tercera guerra.
En Gerifaltes
de Antaño, tercero de la mencionada trilogía de Valle, el cura Santa Cruz
visita al guerrillero carlista don Pedro Mendía, que espera a la muerte rodeado
de sus partidarios: “Enfermo de mal de piedra, habíase refugiado en el caserío
de Urria, y los días dorados del otoño le sacaban en un sillón a la solana.
Desde allí, sus ojos cavados contemplaban los montes, menos altos y enteros que
su fe”. De la fe y militancia carlista de Valle-Inclán quedó constancia en el
Círculo Carlista de Buenos Aires. Allí fue donde en el año 1910, en un banquete
en el que se le agasajaba, tomó la palabra y dejó para la historia su
testimonio. Lo recogía el diario El
Pueblo de Buenos Aires:
“Convencido de la grandeza del
ideal carlista, entendía que era deber mío consagrar mis energías a su defensa,
aunque ello significa restarme todos mis lectores anteriores, como en efecto me
los resté en un solo día, pues al publicar mi primera obra carlista, no me quedó ni uno sólo de mis anteriores
lectores, y la prensa en general que antes me llenara de elogios, no tuvo para
esta obra ni la leve noticia de su aparición. Pero no importa; estoy
decidido a continuar la labor, dedicando el único brazo a manejar la pluma, y
si algún día fuese necesario ese brazo para defender la Causa en otro terreno,
a ello estoy firmemente decidido [1]”.
Valle, que perdió en brazo a
consecuencia de una disputa en Madrid, dejó estampas míticas que han quedado
grabadas para la historia de los literatos. En cambio, de su pensamiento
carlista ya no se habla lo suficiente. Nuestra esperanza es ser nosotros los
que demos fe del espíritu que transmiten sus palabras. En los mítines, en las
asociaciones de vecinos, en la tribuna, con la pluma y con la espada, en
nuestras campañas de propaganda… pelea Pedro Mendía y suena Valle-Inclán, que
nos invita a amar la tradición en su esencia y a despreciar la fama para ganar
la eternidad.
[1] Valle
Inclán, carlista. Blog El Grito de la
Lechuza. Extraído el 13 de marzo de 2015: http://elgritodelalechuza.blogspot.com.es/2009/05/valle-inclan-carlista.html
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