domingo, marzo 15, 2015
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por Alonso de Blanco

Nuestra causa tiene un buen número de seguidores entre los grandes del arte: arquitectos, pintores, escritores y músicos que han dejado en sus obras algo inmortal que les convierte en clásicos. Ese algo eterno lo hallaron en la tradición, en lo bueno de sus mayores, y supieron dotarlo de formas bellas. Un ejemplo es Ramón María del Valle-Inclán, que dejó escrito: “Amemos la tradición, pero en su esencia, y procurando descifrarla como un enigma que guarda el secreto del porvenir”. Don Ramón militó bajo la misma bandera que los hombres y mujeres que hoy formamos parte del Carlismo y es autor de una famosa trilogía sobre la tercera guerra.

En Gerifaltes de Antaño, tercero de la mencionada trilogía de Valle, el cura Santa Cruz visita al guerrillero carlista don Pedro Mendía, que espera a la muerte rodeado de sus partidarios: “Enfermo de mal de piedra, habíase refugiado en el caserío de Urria, y los días dorados del otoño le sacaban en un sillón a la solana. Desde allí, sus ojos cavados contemplaban los montes, menos altos y enteros que su fe”. De la fe y militancia carlista de Valle-Inclán quedó constancia en el Círculo Carlista de Buenos Aires. Allí fue donde en el año 1910, en un banquete en el que se le agasajaba, tomó la palabra y dejó para la historia su testimonio. Lo recogía el diario El Pueblo de Buenos Aires:

“Convencido de la grandeza del ideal carlista, entendía que era deber mío consagrar mis energías a su defensa, aunque ello significa restarme todos mis lectores anteriores, como en efecto me los resté en un solo día, pues al publicar mi primera obra carlista, no me quedó ni uno sólo de mis anteriores lectores, y la prensa en general que antes me llenara de elogios, no tuvo para esta obra ni la leve noticia de su aparición. Pero no importa; estoy decidido a continuar la labor, dedicando el único brazo a manejar la pluma, y si algún día fuese necesario ese brazo para defender la Causa en otro terreno, a ello estoy firmemente decidido [1]”.

Valle, que perdió en brazo a consecuencia de una disputa en Madrid, dejó estampas míticas que han quedado grabadas para la historia de los literatos. En cambio, de su pensamiento carlista ya no se habla lo suficiente. Nuestra esperanza es ser nosotros los que demos fe del espíritu que transmiten sus palabras. En los mítines, en las asociaciones de vecinos, en la tribuna, con la pluma y con la espada, en nuestras campañas de propaganda… pelea Pedro Mendía y suena Valle-Inclán, que nos invita a amar la tradición en su esencia y a despreciar la fama para ganar la eternidad.





[1] Valle Inclán, carlista. Blog El Grito de la Lechuza. Extraído el 13 de marzo de 2015: http://elgritodelalechuza.blogspot.com.es/2009/05/valle-inclan-carlista.html

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