por Juan Antonio Darder Colom
Ciertamente vivimos en una
sociedad cada vez más descristianizada; la renuncia a nuestras raíces y valores
cristianos se hace patente, día a día, en una sociedad consumista y
materialista, edificada sobre el egoísmo y el hedonismo galopantes. Esta descristianización
en lo cotidiano y en lo personal, también se refleja en la escasa presencia de
fieles en los ritos ordinarios de base anónima y de escasa repercusión social,
como pueden ser la eucaristía diaria o dominical. Sin embargo llama la atención
que cuando se celebran eucaristías de “calado social o institucional”, los
templos se llenan a reventar… Al observador intelectualmente inquieto, este
hecho le debe plantear algunas preguntas; ¿Asistimos a estas eucaristías,
movidos por una espiritualidad auténticamente cristiana, y en conmemoración de
la Santa Cena Pascual, o asistimos por otras motivaciones? ¿Vamos a estas
celebraciones a rendir culto a la Eucaristía, o bien para que la Eucaristía se
convierta en un rito que nos rinde culto a nosotros y a nuestra institución?
Muchas celebraciones y actos sociales de
distintas instituciones estatales o privadas incluyen en sus programas de
actos, la celebración de una misa…¿Esta es para rendir culto a Cristo o para
rendirnos culto a nosotros mismos? La palabra eucaristía, proviene del griego y
significa “acción de gracias”; ¿Con estas misas sociales e institucionales,
pretendemos que la comunidad dé gracias a Dios, que es el centro de la
Eucaristía, o bien nosotros nos creemos el centro de la Eucaristía y pretendemos
que la comunidad nos dé las gracias a nosotros?
En determinadas épocas de la
historia, donde las leyes estaban enmarcadas dentro de unos parámetros de
tradición cristiana, cabía el recurso de la suposición, o si me apuran, de la
duda, ante el supuesto fervor de personas e instituciones que organizaban misas
en sus actos conmemorativos… Hoy, para bien o para mal, muchas dudas se han
despejado, hoy las cartas están boca arriba; las leyes y actitudes son claras y
explícitas, de ahí que yo como cristiano humildemente tenga el derecho de
plantearme ciertas preguntas: Por ejemplo; ¿Que hace un "rey",
presidiendo eucaristías y agasajos clericales, en ciertas conmemoraciones,
cuando de forma clara y explícita sancionó una ley de aborto libre?, o ¿Qué
hacen tantos personajes “ilustres”, cargados de medallas, presidiendo
eucaristías, cuando sus respectivas instituciones se han convertido en el
bastión de un Estado que permite y fomenta actitudes y obras frontalmente
anticristianas?
La “Eucaristía social” no es una Eucaristía
cristiana, básicamente por dos motivos; el primero porque ha pervertido su
sentido auténtico al hacer sujeto de veneración a nuestro “ego” y al “ego” de
nuestro sentido corporativista institucional, remplazando al verdadero sujeto
de veneración que es Jesucristo, y en segundo lugar y para más “inri”, como he
dicho antes, ya que muchas de estas instituciones se han convertido en baluarte
de un sistema abiertamente anticristiano, lo que además de una burla,
constituye un auténtico escarnio.
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