Sabino Arana Goiri |
por Nicolás de Saracho
La sexualidad humana es algo querido por el Creador que
“creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, y los creó macho
y hembra” (Gen, 1, 27). Una de las consecuencias del Pecado Original ha sido la
desvinculación de la sexualidad de la procreación. El siguiente paso fue la
homosexualidad, la sodomía. Pecado horrible, no responde a las tendencias
naturales de la persona. No es más que una rebelión contra el Dios autor de las
leyes de la naturaleza.
En el sistema político perverso que hoy rige en España, se
ha instituido el llamado “matrimonio” homosexual. Por el mismo, los pecadores
no se limitan a pecar. Lo hacen público ante la sociedad. Con lo que al pecado
de sodomía, añaden el de escándalo.
Hace unas semanas un cargo político del PNV ha contraído esa
nefanda unión en Bilbao. La prensa de la Villa se ha encargado de dar la
noticia en primera plana, con una fotografía que ocupaba gran parte de la
misma. En el interior, el reportaje llenaba toda una página. En la foto venían
los asistentes a la satánica ceremonia, retratados en las escaleras del
Ayuntamiento, pues la misma había sido oficiada por el Alcalde de Bilbao.
Hacia el año sesenta del pasado siglo, en un pueblo de unos
cinco mil habitantes, se dijo que un destacado nacionalista local había abusado
sexualmente de un efebo. Ante las
habladurías suscitadas, se movilizaron las fuerzas vivas del PNV local negando
los hechos. Se trataba de algo vergonzoso que había que evitar manchase la
honorabilidad del partido.
Han cambiado los tiempos y lo que antes se ocultaba, como
algo vergonzoso que es, hoy se pregona en la prensa como algo que enaltece a un
partido que se proclama acorde con los tiempos. ¡Qué diría Sabino de Arana si
levantase la cabeza! ¡Lo que podíamos echar hoy en cara a aquellos sacerdotes
que se aprovecharon de su ministerio para mantener viva la llama del
nacionalismo!
El PNV se fundó como un partido que iba a restaurar las
puras costumbres vascas que los maquetos estaban corrompiendo. Decían que había
que suprimir los bailes “agarrados” y restaurar los del chistu y tamboril. Y
aún en éstos había que evitar que el chico tomara de la mano a la chica. Para
ello ambos sostenían un pañuelo de cada esquina.
“Si este grito se ha dado, por Dios se ha dado”, escribió
Sabino de Arana. No advertía la gran dosis de soberbia que ponía en sus
prédicas, que se basaban en la superioridad del vasco sobre el maqueto.
Superioridad en todos los órdenes: moral, físico, político y religioso.
El Demonio no es más que un ángel que se hizo soberbio. No
tiene cuernos, ni alas de murciélago, ni rabo. Es tan bello como los ángeles
que no se rebelaron.
Sabino no se dio cuenta que su bellísima doctrina, adobada
con la soberbia de quien se cree superior, se convertía en diabólica. Los
efectos pasaron desapercibidos entonces, salvo para unos pocos. Pero sus
consecuencias las hemos llegado a ver hoy todos. El acto de Bilbao se puede
calificar de diabólico. Su protagonista ha sido un miembro de PNV. No un simple
afiliado: un cargo político. Y en el mismo ha participado el propio partido por
medio de sus cargos más representativos.
Aquel grito que se dio por Dios, hoy de da por Satanás.
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