martes, octubre 29, 2013
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Rvdmo y Emmo Sr. D. Antonio María Rouco Varela

Presidente de la Conferencia Episcopal Española

Madrid

Eminencia:

Me dirijo a V. E. R. en calidad de Presidente del Círculo Cultural Aparisi y Guijarro, de la ciudad de Valencia, por acuerdo de su Junta de Gobierno, en sesión celebrada el pasado 17 de octubre, con el fin de informarle de algunos hechos de cuya veracidad puedo responder.
El 13 de octubre tuvo lugar en Tarragona el acto de beatificación de 522 mártires de la persecución religiosa en España. En dicho evento estuvo presente una representación de nuestra entidad. Entre los socios y amigos de nuestra expedición se encontraba doña Dolores Alonso Ruiz, hija del mártir beatificado por Juan Pablo II, Rafael Alonso Gutiérrez, cuyos restos reposan en la Iglesia Arciprestal de Ontinyent (Valencia) y cuya efigie se venera en la capilla de los Mártires de la Catedral de Valencia.
Nos ubicaron en el sector 12 A. desde allí pudimos ver que se acercó a nosotros un señor corpulento con alzacuellos y un “pinganillo” en una oreja. Notoriamente nervioso hablaba en voz alta al parecer con su interlocutor telefónico: “¿Dónde están? No los veo”. Y tras husmear entre nosotros, siguiendo sus indicaciones, le oímos decir claramente: “Ya los tengo localizados”. El objeto de sus indagaciones era, por lo visto, una señorita ajena a nuestro grupo de la que sólo me consta su nombre por habérselo preguntado al final del episodio: Gema. Esta chica se protegía del sol con una sombrilla sobre la cual había una tela con los colores de la bandera de España y el símbolo del Sagrado Corazón de Jesús. El referido individuo, sin identificarse previamente con ningún tipo de credencial, le instó a retirar dicha tela. El incidente causó el consiguiente revuelo ante el cual el presunto clérigo abandonó el lugar.
Poco después aparecieron unos miembros del servicio de orden que obligaron sin contemplaciones a Gema a retirar y guardar la tela en cuestión. Pero resultó que la sombrilla tenía también los colores rojo y amarillo, por lo que dichos agentes le exigieron ostentosamente cerrarla si no querían que se la llevaran detenida. Habida cuenta del intenso sol del mediodía y del hecho patente de otros paraguas con colores de banderas regionales y extranjeras abiertos entre el público del recinto, Gema se resistió y les advirtió que sólo les seguiría arrastrada por ellos. El escándalo suscitado amenazó pasar a mayores y perturbar la unción con que se desarrollaba la ceremonia. Alguien desde lejos con potestad sobre los encargados de seguridad debió de darles órdenes de marcharse y así lo hicieron.
Los que presenciamos los hechos nos acercamos a felicitar a Gema por su valentía ante el abuso de autoridad de que había sido objeto.
Eminencia: no se trata obviamente de un hecho aislado ni de una anécdota excepcional. Es una muestra de la violencia que tienen que arrostrar en Cataluña los católicos que no renuncian a ser españoles. Y de la complicidad manifiesta de ciertos jerarcas de la Iglesia con el propósito político de la ruptura de España.
Los Mártires que en aquel acto la Iglesia Universal elevó a los altares dieron su vida en testimonio de la fe y perdonando a sus asesinos. Pero ello no implica que como hombres y mujeres de una patria y un tiempo carecieran de raíces y lealtades. No fueron espíritus puros ajenos a los avatares de la historia que les tocó protagonizar. Que las banderas que representan esos anclajes sean hoy proscritas en territorio español y por dirigentes católicos más que una injusticia es un sarcasmo. Que en nombre de la Iglesia se ofenda a España, en sus símbolos, en el momento de poner a los Mártires como ejemplo para todos los católicos merece un calificativo que no hace falta mentar a V. E. R.
En circunstancias de crisis generalizada, agradecemos a la Iglesia el valor de ponderar públicamente el sacrificio de los Mártires beatificados. Pero nos toca a los católicos de hoy, consagrados y laicos, ser dignos de su sangre derramada.
Beso su anillo pastoral y me encomiendo a sus oraciones, en nombre de la entidad que represento y personalmente
José Monzonís Pons
Presidente del Círculo Cultural Aparisi y Guijarro
20 de octubre de 2013.

Carta enviada al señor Cardenal arzobispo de Madrid, al arzobispo de Tarragona y a varios obispos de diócesis de España.

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