por Carlos Ibáñez Quintana
La dinastía que un día impusiera a España la Revolución, que
comenzó su historia con el más grande latrocinio y una horrorosa matanza de
religiosos, ha llevado a España al caos en que nos debatimos. Por no
extendernos, nos referiremos a los sucesos de estos últimos días en que la
autoridad es impotente para impedir los desmanes callejeros de Barcelona.
Sin embargo es la única barrera que nos defiende de una
República peor aún de la que ya padecimos en 1931, traída por la misma Familia.
Al pueblo español le pedimos que reflexione sobre la
realidad de si una sombra de monarquía ya es mejor que una república, qué
beneficios produciría a España la monarquía auténtica, la que presidió los días
más gloriosos de nuestra historia.
Don Felipe sucederá a su padre. Le colocarán en el Trono. Pero
sólo será auténtico Rey si hace justicia; si no, no. Dada la situación a que hemos llegado lo vemos muy difícil.
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