martes, junio 10, 2014
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Don Juan Carlos.
Ricardo Stuckert/PR - Agência Brasil
Licencia CC. 3.0 Brasil
por Zortzigarrentzale

Dijo usted  hace unos días en “Lagrimas en la Lluvia” que D. Juan Carlos había consultado con S. S. el Papa antes de firmar la ley del aborto y que el Santo Padre le había contestado: “cumpla Vd. con sus deberes constitucionales”.

Es una inconsecuencia que ustedes, los liberales, partidarios de la separación de la Iglesia y del Estado, recurran a la Iglesia cuando les conviene. Pero no es chocante porque siempre lo hacen.

¿Por qué recurrió D. Juan Carlos al Papa? Si se trataba de una orientación moral, en España hay Obispos y moralistas que se la podían haber dado. Pero lo que se quiere es obtener una respuesta del Papa, para traspasarle la responsabilidad.
  
La Iglesia ya ha hablado claro: el aborto es un crimen horrendo. El promulgar leyes en España, ya no depende del Papa. “Cumpla Vd. con sus deberes”. Sí, pero cada uno es responsable de sus actos. Y D. Juan Carlos es responsable, juntamente con otros, del millón largo de abortos que se han producido en España. Y de esa responsabilidad le podrá eximir la Constitución. Pero no el Papa.

Cuando Santo Tomás Moro se negó a aceptar la supremacía religiosa de Enrique VIII, sabía cual era su deber y no se le ocurrió pedir consejo al Papa. El Papa podría haberle contestado: “cumpla Vd. con sus deberes de súbdito leal”. Porque esos deberes existían. Y entonces Santo Tomás habría obedecido a su Rey y hoy no sería Santo.

Por otra parte, no se ha tenido noticia de esa entrevista hasta que Vd. lo ha dicho en “Lágrimas en la Lluvia”. La entrevista fue secreta. ¿Cómo conoce Vd. su existencia? ¿Quién se lo ha dicho? A nosotros se nos ocurre que su fuente de información sólo ha podido ser el propio D. Juan Carlos. Y en ese caso me es imposible no dudar de la veracidad del hecho. En pocas palabras: será verdad, pero yo no lo creo.

Sean ciertas o falsas la visita y la respuesta del Papa, el hecho de divulgarlas supone en Vds., los monárquicos liberales, un deseo de servirse de la Iglesia para excusar la inaceptable conducta que supone autorizar el asesinato de los no nacidos. Conducta habitual, como ya he indicado más arriba, en los liberales partidarios de esa familia. Pero la Iglesia está para que la defendamos. Y Vds. pretenden defenderse tras ella. Como se patentiza en el caso presente.

  

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